Derrotado, Orlok pasó las primeras horas de la noche paralizado por el miedo. Sentado frente al fuego, se sentía frustrado. Comenzó a atormentarse a sí mismo tratándose de inútil, de idiota. Se reconocía falto de imaginación, y también cobarde. Todo su odio estaba ahora dirigido hacia él mismo.
Pasaron las horas y sus sentimientos negativos se fueron fundiendo gradualmente dentro del fuego. La mente de Orlok había quedado desprovista de pensamientos. Y entonces, Orlok pudo ordenarse. Pensó en lo cambiante que era la realidad. En como antes de dormir su siesta todo estaba muy bien, y luego todo su plan se había ido al demonio. A decir verdad, si lo pensaba detenidamente, nada había cambiado, a excepción de su estado de ánimo. De la gloria al infierno en un abrir y cerrar de ojos. Algo no estaba del todo bien. Orlok comenzó a percibir el olor fétido de las flores negras. Pudo sentir el recuerdo en su boca del sabor agrio del néctar de flores negras. Y sin pronunciar palabra, pegó un puñetazo en el suelo.
Esto está buenísimo.
ResponderEliminarAparecés en el Capítulo 57.
Los planetas se alinean en una masacre cósmica.
ResponderEliminarOrlok está feliz de conocer Colombia, gracias por sacarlo a pasear.
ResponderEliminarMasacre, hermosa palabra. A Orlok lo seduce.
Nota moralista: A Orlok lo seduce desde el punto de vista de la completa aniquilación de la ignorancia. No estoy hablando de poner una cámara de gas y montar una línea de producción automtizada como se hizo en aquellos lugares donde estuviste de visita y que tantas imágenes has traído contigo.
Desde ya, desde ya.
ResponderEliminarDesgraciadamente, existe. Es un hecho.